En un emotivo y sincero acto de fe, miles de personas provenientes de diversos puntos de San Cristóbal y municipios circundantes, se congregaron hoy para participar en el evento central de la celebración en honor a La Virgen de La Consolación. Desde las primeras luces del día, las calles se llenaron de devotos caminantes, algunos cumpliendo promesas y otros expresando gratitud por los favores recibidos.
El 15 de agosto, año tras año, se transforma en una expresión multitudinaria de la fe católica, una manifestación mariana que gira en torno a la advocación de La Consolación. Acompañando este fervor, cientos de devotos se unieron en procesión a la imagen de la Virgen, que partió temprano desde la majestuosa Catedral del municipio San Cristóbal. Su destino: la carrera 1 de Táriba, en el municipio Cárdenas, donde se llevó a cabo una emotiva misa con motivo de los 423 años desde la renovación de la tablita que resguarda la imagen de la patrona del Táchira.
Es en Táriba donde la historia de devoción a Nuestra Señora de la Consolación cobra vida. En el año 1560, dos padres Agustinos llegaron desde el Nuevo Reino de Granada con una tabla que resguardaba la imagen de la virgen. Cuatro décadas después, en 1600, se levantó una ermita para venerar a la Virgen, marcando así el inicio de una relación devocional profunda que ha perdurado hasta nuestros días. La excelsa Virgen, desde entonces, ha sido el núcleo espiritual y la reliquia más preciada para la comunidad de Táriba y sus devotos.
Cada 15 de agosto, el amor y la devoción a Nuestra Señora de la Consolación florecen en su máxima expresión. El solemne Pontifical y el sermón de ocasión añaden un ambiente de unción de fe y esperanza, mientras la piedad de los tachirenses, los venezolanos e incluso los colombianos, se manifiesta en forma de caminos iluminados que llevan a los pies maternales de la Virgen.
Ella, la Reina y la Madre, se convierte en un símbolo de amor y entrega, acogiendo los sufrimientos de la humanidad para transformarlos en alegría y alivio. Ante su trono, una joya de arte de oro y piedras preciosas, se congregan personas de todos los ámbitos sociales con confianza serena: nobles y ciudadanos comunes, obreros y artesanos, ricos y pobres, sabios y humildes, empleados y campesinos. En sus festivos atuendos, con las primicias de sus cosechas y los acordes de sus instrumentos musicales, acuden a expresar sus Càntigas de amor puro y sincero hacia la Madre Consoladora.