La creciente presión migratoria en Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump ha generado una nueva preocupación entre los migrantes venezolanos: sus tatuajes. Figuras comunes como coronas, estrellas o rosas, que en muchos casos tienen significados personales o familiares, están siendo interpretadas por las autoridades como posibles vínculos con bandas criminales, especialmente con el Tren de Aragua.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Ante esta situación, un número cada vez mayor de migrantes ha comenzado a cubrir o modificar sus tatuajes. Así lo confirmó Diego Vega, tatuador en la ciudad de Doral, Florida, quien declaró al canal NBC Miami que ha atendido a decenas de personas angustiadas por cómo sus diseños podrían poner en riesgo su permanencia legal en el país.
“Es mi responsabilidad como tatuador decirles que la gente ha sido atacada. Está sucediendo, y tal vez no sea el mejor momento para tatuarse”, explicó Vega.
Uno de sus clientes fue un padre venezolano que había tatuado los nombres de su esposa e hijos junto a una pequeña corona. A los pocos meses, regresó para cubrir el diseño por temor a ser deportado. “Tenían miedo. No querían problemas”, añadió el artista.
Tatuajes como evidencia en procesos migratorios
La administración de Trump ha endurecido sus medidas contra los migrantes sin documentación legal, especialmente venezolanos, y ha comenzado a usar tatuajes y publicaciones en redes sociales como evidencias para alegar afiliación a organizaciones criminales.
Un caso que ha causado conmoción es el de Frizgeralth Cornejo, un joven venezolano deportado a El Salvador tras asistir a una cita del programa migratorio CBP One. No tenía antecedentes penales en ninguno de los dos países, pero fue señalado como miembro del Tren de Aragua por los tatuajes que llevaba.
Pedro Freites, el tatuador que realizó algunos de esos diseños, expresó su dolor en una entrevista con Univisión:
“Me sentí devastado, bastante culpable. En su momento estábamos haciendo tatuajes pensando en lo estético, pero todo se salió de control cuando lo acusan solo por eso”, dijo.
Entre los tatuajes que le hizo a Cornejo había rosas con fechas familiares, querubines y un arma, todos seleccionados por motivos personales, no criminales.
Una práctica común convertida en riesgo legal
Diseños como rosas, coronas o relojes han sido tatuajes populares durante décadas. “He tatuado cientos de rosas a lo largo de mi carrera. Lo mismo con coronas. Muchas veces representan amor, familia o pérdidas”, insistió Freites.
Sin embargo, el contexto actual ha llevado a que estas imágenes, en el cuerpo de migrantes venezolanos, sean vistas como señales de pertenencia a pandillas, especialmente tras la reciente deportación de más de 200 personas a una prisión de máxima seguridad en El Salvador, bajo acusaciones similares.
El caso ha abierto un debate sobre el uso de tatuajes como criterio para decisiones migratorias, así como sobre el respeto al debido proceso y la presunción de inocencia. Para muchos venezolanos en EE.UU., tatuarse dejó de ser una decisión estética para convertirse en un riesgo que podría marcar el rumbo de su futuro.