La relación entre Colombia y Estados Unidos atraviesa uno de sus momentos más tensos en décadas tras una serie de enfrentamientos verbales y decisiones políticas que han deteriorado el vínculo bilateral.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!El presidente Gustavo Petro ha intensificado sus críticas contra el mandatario estadounidense Donald Trump, a quien llegó a comparar con Adolf Hitler, lo que provocó fuertes reacciones desde Washington y un quiebre diplomático sin precedentes recientes.
Estados Unidos retiró el apoyo económico millonario que por décadas destinó a Colombia para combatir el narcotráfico, tras una serie de declaraciones consideradas hostiles por parte de Petro.
El fin del respaldo coincidió con el incidente marítimo en aguas colombianas, en el que Petro denunció que tropas estadounidenses mataron a un pescador cuya lancha se encontraba a la deriva, acusando a Washington de violar la soberanía nacional.
Trump respondió el domingo calificando a Petro como un “líder narcotraficante” al frente de un gobierno que “fomenta la producción de drogas” en el país.
Un deterioro progresivo
Las tensiones no surgieron de la noche a la mañana. Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, Petro ha mantenido una posición frontal ante las políticas migratorias de Estados Unidos.
En enero, tras las deportaciones masivas de colombianos, el presidente colombiano impidió el aterrizaje de vuelos con deportados y declaró: “Los Estados Unidos no pueden tratar como delincuentes a los colombianos”.
La Casa Blanca calificó a Petro como un mandatario “socialista” y “muy impopular entre su pueblo”, imponiendo aranceles a productos colombianos. En respuesta, Petro replicó con medidas similares y llegó a instar públicamente a “intentar darle un golpe de Estado” a Trump.
En octubre, sus declaraciones se volvieron aún más incendiarias cuando comparó las redadas migratorias con el Holocausto: “Trump hace a los latinoamericanos lo mismo que Hitler a los judíos”.
Acusaciones cruzadas y crisis diplomática
Las tensiones escalaron aún más en junio, cuando Petro insinuó que el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio podría estar implicado en un “intento de golpe de Estado” en Colombia, orquestado por sectores de extrema derecha.
“No creo que un gobierno (como el de Estados Unidos) que tiene como enemigo a Irán (…) se ponga a pendejear con un golpe de Estado”, declaró entonces.
Washington reaccionó llamando a consultas a su embajador en Bogotá, mientras el gobierno colombiano convocó al suyo para analizar la crisis diplomática.
Revocación de visa y protestas internacionales
En septiembre, Petro viajó a Nueva York y se unió a una manifestación contra la ofensiva militar israelí en Gaza. En medio de la protesta, con un megáfono en la mano, llamó a los militares estadounidenses a “desobedecer las órdenes de Trump”.
El Departamento de Estado calificó sus palabras como “irresponsables” y procedió a revocar su visa y la de varios funcionarios de su gobierno.
“Ya no tengo visa para viajar a Estados Unidos. No me importa”, respondió Petro. “La humanidad debe ser libre en todo el mundo. Tenemos el derecho humano de vivir en el planeta”.
Este clima de confrontación marca un antes y un después en la relación entre ambos países, históricamente aliados en materia de seguridad y cooperación antidrogas.












