– ¡Buenas noches! Voy hasta La Fría, si lo desea la puedo llevar.

– Gracias, estaba esperando que alguien me llevara.

Entró al automóvil y se sentó en el asiento delantero al lado de Carlos. Él la miraba de reojo, estaba oscuro y no podía identificar sus facciones que imaginaba muy bellas. Su voz era agradable y hablaron de varios temas. Cuando iban llegando a la tierra llana ella dijo:

– Me quedo por aquí, muchas gracias.

– No hay de qué, has sido un placer conocerla, me gustaría volverla a ver, ¿dónde vive?

– En una casa cerca del lugar en dónde me encontró, por allí estamos a su disposición.

– Gracias, la buscaré.

Desaparecía antes de bajar del carro la mujer de la termoeléctrica de la Fría

Antes de que Carlos le abriera la puerta del automóvil, la mujer desapareció y Carlos tuvo la sensación de que los vellos de los brazos se le erizaban. “¡Qué extraña mujer, debe ser un espanto!”. Sintió un escalofrío.

Carlos aceleró la marcha y unos kilómetros más adelante vio de nuevo a la mujer al borde de la carretera, pero esta vez había crecido de tamaño. Aceleró y sintió frío de nuevo. “¿Qué será esto?”.

En la Y que forma la carretera de La Grita – La Fría con la que viene de San Cristóbal, se la encontró de nuevo. Esta vez había crecido mucho más. Solo vio su perfil y los cabellos ondulantes. Asustado salió a la carretera Panamericana y aceleró de nuevo.

Cerca de la Termoeléctrica vio a la mujer. Esta vez tenía proporciones gigantescas. Su mano derecha se agitaba pidiendo que parara el vehículo y toda ella ondulaba. Carlos preso de terror apretó el acelerador y siguió en la loca carrera hasta La Fría. Cuando llegó al salón donde estaban sus amigos llevaba el rostro desencajado y los ojos desorbitados. Se sentó en un sillón y perdió el conocimiento. Cuando reaccinò , contó lo sucedido. Un anciano comentó:

– “María Alejandra era una bellísima mujer que vivía cerca de la carretera La Grita – La Fría. Una noche se escapó de su casa para unirse con su amado y cuando iban llegando a la Termoeléctrica, el vehículo sufrió un desperfecto y chocó contra un poste, ella pereció. En ese mismo lugar levantaron una capilla. Dicen que en sus deseos de llegar, se aparece en las noches oscuras y asusta a los que viajan por esa carretera. La llaman “La mujer de la Termoeléctrica”.

Autor de la leyenda: Lolita Robles de Mora

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