En el Templo Sagrado, también conocido como el estadio de Pueblo Nuevo de San Cristóbal, el pueblo tachirense presenció, hace 33 años, lo que sería una hazaña futbolística en la historia de la Conmebol. El Arquero Daniel Francovig, con una patada, se convirtió en leyenda y dejó su marca en los corazones del fútbol.
Un 19 de julio de 1987 se enfrentó el Deportivo Táchira se enfrentó al Independiente de Avelladena, equipo argentino de primera categoría para entonces. El juego que, entre orgullos, buscaban el triunfo y poder acercarse cada vez más al la copa más competitiva de América Latina, la Copa Libertadores.
Un arquero vestido de caballero
Daniel Francovig, un uruguayo proveniente de una familia de clase media que llegó al país y, tras pasar por el Atlético Falcón y Portuguesa FC, aterrizó para 1984 en Táchira, para escribir su futuro.
«El fuerte de Francovig estaba en tener un poco de cada cosa. No era un dechado del trabajo durante la semana, pero dominaba su arquería. El saque de pelotas era muy bueno», aseguró Carlos Horacio Moreno, Director Técnico del Aurinegro para cuando llegó.
Por su parte, el delantero argentino del Táchira entre los años 80 y 90, Miguel Osvaldo González, también mencionó cómo era «El Catire» dentro del campo. «Vivía el fútbol de manera muy apasionada. Muy temperamental, no le gustaba que nadie se burlara de él», señaló.
Una patada que se convirtió en leyenda
En 90 minutos se jugaron la vida los venezolanos para, de esta manera, conseguir una victoria 3 goles por 2. Dicho escenario se convirtió en el primer triunfo de un equipo venezolano sobre uno argentino desde el inicio de la competencia, en 1960.
No obstante, la disputa trascendió en el fútbol gracias a un inolvidable recuerdo que se enmarca y desempolva cada 19 de julio. Un día lluvioso y frió, se esos que caracterizan la capital andina, el guardameta hace lo inmpesable e, incluso, hasta ese día imposible.
Francovig, en minuto 35 cuando el marcador estaba a favor de los andinos 1-0, completó un gol de puerta a puerta. Así se clasificó como el primer y único arquero en realizar un gol de esta forma en toda la historia de la Copa Libertadores.
«Yo le pasé el balón al lateral Pacheco, él me lo regresó, lo tomé con mis manos (en esa época los arqueros podían tomar de nuevo el balón con las manos) y di la orden de salir. Saqué con todas mis fuerzas, el esférico se elevó y tomó velocidad. Vi que el arquero de Independiente, el famoso Luis Islas, se adelantó un poco», contextualizó.
Seguidamente, atribuyó parte de su logro al clima que azotaba el partido. «La culpa fue de la lluvia y del barro y no de Islas».
Asimismo, continuó y mostró énfasis en en que la cancha estaba llena de barro, así que era poco probable que la pelota rebotara. «Justo en la media luna del área de ellos el balón cayó en un pedazo que no tenía barro, rebotó y se volvió a elevar dejando sin reacción al arquero Islas y se metió al fondo de la red», detalló.
Tras el 2-0 que ponía el entonces Unión Atlético Táchira, se consagró como histórico para todos aquellos llamados amantes de la caprichosa.
«En ese momento no me di cuenta, pero después pude entender que hice algo fuera de lo común y ahí fue que desperté», explicó el diestro del arco.
A su vez, presumió que nadie pensaba que la pelota entraría, también sumó el resto del escenario: un contrincante con 6 titulares recién llegados de ganar el mundial de México en 1986 y también al campeón de la Copa Libertadores, el Independiente de Avellaneda.
Sin embargo, el triunfo de aquel día no bastó para seguir el camino para alzar el trofeo preciado, pero si para llenar de alegría a la hinchada tachirense.
En 1994, ya con 35 años, Daniel Francovig se retiró con la camiseta amarillo y negra y vive actualmente en San Cristóbal.
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