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¡En La Parada! También hay espacio para las buenas obras

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Hay espacio para las buenas obras en La Parada, y se hacen realidad en la sede del programa “Soy Satura”. A través del cual se brinda atención a 200 niños venezolanos, que cada día pasan el puente internacional “Simón Bolívar”, para recibir clases en Colombia.

Marta Leal, Yasmín García, Ángela Sánchez y Orlando Maldonado, integran el equipo que diariamente se encarga de elaborar una merienda y repartirla en la escuela a los beneficiados con el programa.

También se ocupan de dictar talleres de capacitación a las mamás, para ofrecerles una oportunidad de obtener ingresos y una mejor calidad de vida.

Asentada en Medellín, la Fundación Satura Colombia, extiende su acción bienhechora hasta sus hermanos más vulnerables, desplazados por las circunstancias.

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Un ejemplo que el amor al prójimo no tiene fronteras, ni existen líneas divisorias cuando se quiere hacer el bien.

Espacio para las buenas obras hace realidad Soy Satura

Satura Colombia es una fundación cristiana que capacita iglesias y líderes para encontrar hijos de paz.

Aunado a esto, cuentan con el servicio a la comunidad, que se desarrolla por medio de diversos programas.

La mirada se posó en esta frontera, gracias a una entrevista que el Canal Caracol, le hizo a Ángela Sánchez, cuando junto a sus tres hijas caminaba por el puente para llevarlas a estudiar a Colombia, soportando calor, empujones, hambre, sed y algunas veces hasta lluvia.

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La Coordinadora del programa de Servicio a la Comunidad de la Fundación, Ximena Cardona, psicóloga antioqueña, explicó que el nombre “Soy Satura” deriva de un juego de palabras relacionado con la soya.

Explica que por las propiedades nutricionales de la soya, se utiliza este alimento  para la preparación de los refrigerios, y “soy” vinculado a la pertenencia.

Programa piloto comenzó en 2018

.Dio a conocer que en 2018, se realizó un programa piloto con 50 alumnos, y en  enero de este año, se iniciaron las actividades, con la participación de 200 niños de primaria.

Estos niños pasan diariamente de Venezuela a Colombia a estudiar en el Mega Colegio “La Frontera”, institución con una matrícula de 1600 alumnos, de los cuales 1200 son venezolanos.

Previamente, se realizó un estudio socioeconómico y médico para seleccionar los niños que más necesitaban la atención; muchos de ellos en estado de desnutrición.

El programa se divide en tres áreas: Asistencia alimenticia, que consiste en la merienda, un control permanente de crecimiento y desarrollo por nutrición.

Seguidamente aquellos que requieran tratamiento especial se remiten a otra organización para su debida atención.

Incluye asistencia psicológica, debido a que hay casos de hogares desechos, separación de familiares, y poca capacidad de adaptación al sistema escolar.

Apoyan emprendimiento de madres venezolanas

La escuela de Artes y Oficios dirigida a las madres; esto por considerar que son mujeres muy jóvenes con bajos niveles educativos.

La tercera parte del programa es la formación del ser, esencia de la Fundación, cuya intención no es solo dar, sino que haya un cambio de vida en las personas. Por ello refuerzan el crecimiento espiritual y el papel de ser padres, con talleres y charlas.

En cuanto al refrigerio, los pequeños lo reciben a la hora del receso y aunque algunos lo consumen en su totalidad, otros guardan una porción para el hermanito que dejaron en casa.

Esta labor de la Fundación Satura demuestra que las penas compartidas duelen menos.

Una mano extendida, una sonrisa o una palabra de aliento a tiempo pueden salvar vidas.

En una frontera de conflicto, discordia y desarraigo, se abrió un espacio para salvaguardar la unión de dos pueblos. Amor de hermanos.

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