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DELIVERY A LA ORDEN: recoger cadáveres, el nuevo trabajo de los venezolanos en Perú

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Mientras los casos de muertes por coronavirus en Perú aumentan, un par de venezolanos salen a flote en medio de la crisis haciendo el trabajo que nadie más quiere, recoger cadáveres infectados. “Todos los días me encomiendo a Dios para no contaminarme”, expresó uno de ellos.

Actualmente, el país latino ocupa el lugar 12 en el mundo sobre diagnósticos confirmados, por encima de China continental y debajo de India. El balance general de la epidemia alcanzó los 104.000 infectados y 3.000 muertos.

Anécdota previa

Un señor preocupado de nombre Faustino López, presenció cómo el proceso del Covid-19 deterioraba la salud de su esposa. El jardinero de 68 años decaía emocionalmente al permanecer solo en la casa donde compartió con Angélica Berrocal por 45 años.

Familiares de la pareja cuentan que este matrimonio había llegado a este momento de su vida sin mayores contratiempos de salud y con dos hijos y 11 nietos sanos.

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Días después de que su esposa estuviese internada, Faustino también sintió fiebre y escalofríos. Además, sintió la alteración del gusto y el olfato, por lo que le hicieron la prueba y dio positivo al coronavirus.

Se acercó hasta un albergue estatal donde se recuperan casi 2.000 enfermos del virus. No fue aceptado porque no había sido referido desde un hospital y retornó a su casa. La madrugada del 5 de mayo bebió ácido muriático y se ahorcó con un cable de electricidad.

Venezolanos al rescate para recoger cadáveres

Luego de que el cuerpo sin vida permaneciera varias horas en la sala de su casa llegaron Jhoan Faneite, de 35 años y su hijo adoptivo Luis Zerpa, de 21 años. Este par de venezolanos que trabajan en la funeraria Piedrangel, a la que el gobierno de la ciudad contrató para extraer de las casas los cadáveres de personas infectadas con el virus para luego incinerarlos.

«Todos los días me encomiendo a Dios para no contaminarme», dijo Faneite, que trabajó como electricista en Venezuela antes de emigrar a Perú. Igualmente, aclaró que ambos abandonaron su país hace dos años para huir de la crisis económica.

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De lunes a domingo, incluso de noche y madrugada, los junta cadáveres conducen coches fúnebres a través de los barrios ricos pegados al Pacífico. Del mismo modo, se internan entre colinas apretujadas de barriadas con trajes de protección y caretas, donde el virus golpea con fuerza.

Finalmente, una semana después de que recogieran el cuerpo de Faustino, su esposa Angélica murió en el hospital por el virus.

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Información de AP y El Nacional

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Kevin Ibarra
Kevin Ibarrahttp://Táchira%20Noticias
Comunicador Social de la ULA

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