El papa León XIV anunció un cambio significativo en la administración financiera del Vaticano al retirar al Instituto de Obras Religiosas (IOR), conocido como el “banco vaticano”, la exclusividad en materia de inversiones.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!La medida, contenida en el motu proprio Coniuncta Cura, establece que las distintas entidades de la Santa Sede podrán recurrir a intermediarios financieros externos, incluso establecidos en otros países, cuando se considere “más eficiente o conveniente” para la gestión de recursos.
Un nuevo modelo de gestión compartida
El documento explica que, en principio, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) deberá utilizar la estructura interna del IOR para realizar inversiones. Sin embargo, se abre la posibilidad de recurrir a otros intermediarios si el Comité de Inversiones lo aprueba de acuerdo con sus estatutos.
El pontífice estadounidense detalló que esta decisión se tomó “tras evaluar cuidadosamente las recomendaciones aprobadas por unanimidad por el Consejo para la Economía y consultar a personas expertas en la materia”.
Además, el texto subraya la necesidad de una “responsabilidad compartida” entre las distintas instituciones curiales que gestionan las actividades financieras, con el fin de consolidar disposiciones previas y definir claramente los roles de cada entidad, promoviendo una “dinámica de colaboración mutua”.
Se mantiene el rol del IOR, pero sin exclusividad
Aunque la decisión no elimina el papel operativo del IOR, sí permite que, en determinadas circunstancias, las inversiones puedan ser canalizadas a través de intermediarios financieros internacionales. Esta flexibilización marca un cambio sustancial respecto al esquema de control centralizado que ha regido por décadas en el Vaticano.
La reforma se enmarca en los esfuerzos de León XIV por mejorar la transparencia y eficiencia económica de la Santa Sede, en un contexto marcado por investigaciones y reformas tras varios escándalos financieros.
Antecedente: el caso Sloane Avenue
Uno de los antecedentes más notorios de esta transformación es el proceso judicial por la compra de un edificio en Sloane Avenue, Londres. En este caso, el Vaticano perdió aproximadamente 217 millones de euros, lo que evidenció graves fallas de supervisión y llevó a revisar profundamente los mecanismos de inversión.












